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¿El televidente juzga: La papada o el crimen facial?

El televidente es el soberano. Por mucho tiempo hemos sido el homo sapiens. Se nos definía por nuestra capacidad mental. Actualmente, para referirse a nosotros con más precisión, se usa el término homo videns. Esto ha sucedido porque lo visual ha cobrado una gran importancia en nuestra vida. No podemos desmentir esta realidad porque, en verdad, nos hemos convertido en seres eminentemente visuales. Siendo así las cosas lo que se privilegia hoy, sin duda, es la imagen.

¿CUÁNTA VERDAD HAY?
Es en ese contexto en que habría que buscar que situar las expresiones de un periodista peruano, que sorprendieron al televidente, cuando hizo alusión a una colega suya, diciendo que: “Es una falta de respeto salir con papada en la televisión”. Claro, en épocas en las que la imagen tiene un rol protagónico suena lógica esta afirmación. ¿Pero, qué tan cierta es?

Obviamente, la desafortunada frase encendió la pradera de la opinión pública y no haría falta que echemos más leña al fuego, pero tenemos que empezar aceptando que es cierto que, en nuestros días, la imagen ocupa un lugar preferencial. Y ese fenómeno lo está explotando muy bien el campo tecnológico, ofreciéndonos a través de los smartphones y televisores, imágenes con la mayor resolución posible. Porque saben que haciendo eso le están dando en la yema del gusto a los consumidores y usuarios.

LA IMAGEN Y LO ESTÉTICO

Sin embargo, también tenemos que reconocer que esa evolución de la calidad técnica no viene de la mano con el refinamiento estético. Calidad técnica no es igual a calidad estética. Así no funciona la ecuación en los medios de comunicación social.

Quizás tú no lo has vivido como televidente, pero es oportuno señalar que hubo un tiempo, en el mundo de la pantalla chica, que el término “telegénico” se reducía a describir a una persona con cualidades físicas que eran muy atractivas para las pantallas. Fue el tiempo en que reinaron los “bustos parlantes”.  Eran una especie de maniquíes televisivos, es decir, personas con gran atractivo físico, limitadas a leer burdas chuletas o un frío teleprompter, sin aportar casi nada de sí mismo.  Los tiempos cambiaron y los “bustos parlantes” se convirtieron en personajes anacrónicos.

EL TELEVIDENTE Y LO TELEGÉNICO

Actualmente, el concepto telegénico, sigue siendo válido, pero su significado se ha ampliado. Ser telegénico hoy significa poseer un conjunto de cualidades que la hacen atractivas para la televisión. Cualidades no prioritariamente físicas.

Para el consumidor televisivo posmoderno lo que prima mucho es el lenguaje no verbal. Por tanto, lo que debiera de preocuparse fundamentalmente un personaje televisivo es en asegurarse de no tener un crimen facial o facecrime.

EL FACECRIME DE ORWELL

El facecrime, siguiendo la idea de George Orwell, ocurre cuando el rostro nos denuncia, nos delata. Cuando los demás perciben que la expresión de nuestro rostro no acompaña a nuestras palabras. Cuando los demás encuentran en nuestro lenguaje corporal claras evidencias de que estamos escondiendo algo. Freud, lo diría de otra manera: “Quien tiene ojos para ver y oídos para escuchar podrá convencerse de que ningún mortal puede guardar secretos. Si sus labios están cerrados, hablará con sus dedos; la evidencia emana de cada uno de sus poros”.

Toda la obra de la educación no es más que una superación ética de los instintos

Gregorio Marañón

Para el televidente, el facecrime, sí que resulta ofensivo y una falta de respeto para aquellos que esperan de los periodistas y líderes de opinión, un mínimo de coherencia. Una papada puede ser pasada por alto. El facecrime, no. Se puede perdonar el no contar con las cualidades físicas idóneas, pero no se perdonará el ser incongruente, no ser veraz, no ser íntegro. Cualidades éticas y morales que cada vez escasean más no solo en el mundo televisivo.

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